Un amor hacía el Colegio que perdura en el tiempo
Es sabido que por el Colegio Campoalto pasaron muy buenos jóvenes, hoy excelentes personas y profesionales. En el año 2012 egresó uno de ellos, Camilo Penayo, quien nunca dejó el contacto con la institución, por el amor hacía la misma y las ganas de contribuir en la formación de otros jóvenes como él. En la actualidad, es ingeniero industrial, fue el encargado de coordinar la instalación de las nuevas lumínicas en el campo de fútbol; aprovechamos este hecho para conversar con él sobre su experiencia como alumno, y luego, como profesor.
Camilo nos habla, con entusiasmo, de sus días en el Colegio, de esas memorias que uno lleva siempre consigo. “Recuerdo mucho el día a día de las clases, los recreos, los partidos de fútbol, tanto como alumno y luego como profesor, Campoalto siempre se destacó en los deportes, los interpromociones eran especiales, jugábamos contra los más grandes, contra los más chicos, e incluso contra los profesores, había mucha competitividad, eran lindos encuentros”, señala en un primer momento. También menciona los campamentos padres e hijos, que iba mucho con su papá. “Eran geniales, recuerdo que mi papá contaba historias de terror y mis compañeros estaban súper prendidos, además también nos tocaba armar esos campamentos, lindas experiencias”, reflexiona Camilo.
Otros recuerdos son los intercolegiales deportivos y de la canción, ambos le tocaron organizar en su último año. “Esa experiencia de armar algo distinto, de entrar en ese mundo, digamos, empresarial, pedir auspicios, participar en reuniones, salir en las redes, hablas con mucha gente, después organizar los torneos, horarios, son realmente recuerdos muy lindos de la época del Colegio”, nos dice el joven antiguo alumno.
Sobre que hace especial al Campoalto, señala que su gente, los alumnos, antiguos alumnos, profesores, el relacionamiento entre los mayores y los menores, todo muy familiar, con un gran apoyo mutuo. “Eso lo hace especial, ese sentido de pertenencia, un antiguo alumno quiere a su Colegio, busca apoyar en lo que sea, siempre está prendido, y eso pasa de generación en generación, es muy fuerte y especial”, subraya.
“Gran parte de lo que soy, de mi camino, de mi personalidad tienen mucho que ver con el Colegio, mis pasos en la fe, en mi profesión, mi carácter es gracias al Campoalto, ese compañerismo, la competitividad, todo ello lo quité de acá”, revela Camilo con mucha convicción. En sus experiencias laborales, siempre llevó presente lo aprendido (en el Colegio), trabajando en dos empresas, una cervecería artesanal, y en la actual (Electropar), que es de su rubro ingenieril. “Al ser de Campoalto, esperan mucho de vos, te miran de otra forma, pero la formación acá me ayudó mucho, para hacer nexos, para comportarme de cierta forma, el Colegio tiene un prestigio y por ello esperan mucho de vos”.
Ser docente en Campoalto también forma parte de sus recuerdos, más recientes, claro, pero igual de gratificante como en sus años de estudiantes. Previamente adquirió experiencia en el colegio Torrefuerte, donde comenzó en el año 2017. “Era como querer transmitir el espíritu de Campoalto en un ambiente nuevo, también muy familiar, con profesores (de Campoalto), antiguos alumnos enseñando, me tocó tener las materias de religión, matemáticas, un lindo desafío, donde estuve hasta el 2018”, recuerda.
En el 2019, llega como profesor al Campoalto, un anhelo que tenía, y que se pudo dar ese año. “Arranqué el desafío de ser profesor de primaria y secundaria, ese primer año (profesor) de 1er. grado hasta el 3ro. de la media, y una particularidad que se dio es que muchos de los que estaban en el último año, se acordaban de mí como antiguo alumno, esa fue una experiencia súper linda, fue como volver a mi casa”, rememora Camilo. También le tocó ser tutor, en medio de la pandemia del 2020, pero justo poco antes, puso en práctica el classrom, porque lo utilizaba en la facultad. “Por alguna razón me adelanté al tiempo, por suerte mis alumnos ya sabían cómo usar, fue un año lindo también, por más que no hubo clases presenciales”. El 2021 fue su último año, con menos horas de clases, pero centrándose más en las tutorías. “Muchos alumnos me elegían, eso fue una gran satisfacción, genial realmente”, dice con emoción.
Acerca de cómo ve en la actualidad al Colegio comparado con su época, refiere que está mucho más armado, en el sentido de la infraestructura, también en cuanto a alumnos, siente que Campoalto se ganó un prestigio bastante alto. “Cuando yo me recibí, había solo una sección, hoy en día son dos, con familias que desean matricular a sus hijos, con el Colegio como primera opción, eso muestra que a través de los años se hizo un buen trabajo”, acota. Señala también que la calidad de egresados es excepcional. “Me tocó compartir con muchos de ellos, son jóvenes excelentes, con una gran calidad humana, que están emprendiendo, estudian afuera, se preparan para la vida, no solamente profesionalmente, sino como seres humanos”, comenta.
Cambio de lumínica
El cambio de las lumínicas del campo de fútbol es uno de las mejoras de infraestructura para este año, donde Camilo tuvo un papel importante, al ser parte de la empresa encargada. “Los artefactos de la cancha ya estaban obsoletos, era necesario el cambio, entonces se realizó un diseño, un estudio de iluminación con cálculos, según normas europeas que establecen cuales son los niveles adecuados (de iluminación) para un campo especifico de fútbol”, expresa.
Mediante un software se realizó el cálculo, utilizando un equipo de altas prestaciones, actual, novedoso y de muy alta tecnología, con una prestigiosa marca holandesa ya utilizada en Paraguay, por ejemplo, en los Juegos ODESUR, así como en otros países vecinos y en Europa. “Ya está funcionando, es un producto con 50 mil horas de vida útil, con garantía, protección adecuada y que se puede utilizar también en cualquier tipo de evento del Colegio, al tener una iluminación agradable para todo momento”, explica para cerrar la nota.