El recuerdo de un encuentro memorable
Una vida dedicada al colegio, una vida dedicada a hacer el bien. El profesor Mike Goyet, uruguayo de nacimiento, pero paraguayo por adopción, está en el colegio Campoalto desde sus inicios, y entre sus tantas anécdotas e historias de vida, resalta una, del ya lejano año 1974, cuando, con tan solo 15 años, en Argentina, tuvo un encuentro con el Padre, sí, con San Josemaría. Conversamos con él, para rememorar ese acontecimiento, así como su paso por la institución.
“San Josemaría estuvo tres semanas (por Argentina), teníamos reuniones multitudinarias, y tuve la suerte de estar en varias de esas reuniones, pero en especial, la suerte de compartir con él y hacerle una pregunta”, señala el profe Mike. ¿Cuál fue esa pregunta?, le consultamos, a lo que nos respondió con convicción: “padre, es bueno ser rebelde”.
El profesor a continuación, habló de la respuesta dada por San Josemaría, unas palabras que hasta hoy en día las tiene bien presente. “Ser rebelde, aquí no he visto tanta propaganda torpe como en otras partes, donde existe una propaganda organizada, horrible, diabólica, de hedonismo, que convierte al hombre en bestia, hay una rebeldía que no conduce a nada, que no da soluciones a nada, a mi me gustan los rebeldes con soluciones, me gusta la rebeldía que vamos a tener tu y yo, la rebeldía de no querer vivir como animales, la rebeldía de querer ser hijos de Dios”, esa fue la respuesta, rememora el profesor Mike.
En los encuentros participaba mucha gente joven, se encontraban con el Padre en el teatro de Buenos Aires, donde los presentes les hacían preguntas. “Tenía un empuje tan grande, que yo tenía un amigo que lo le gustaba el Opus Dei, era muy crítico, pero fue a una reunión y al salir me dijo, que si tenes como director espiritual a una persona como él, te vas al cielo por un tubo”, señala.
Algo que lo marcó bastante, fue en la última reunión, en uno de los últimos encuentros, más íntimo, solo para mientras del Opus Dei. “Yo ya era numerario en aquel entonces, recuerdo que nos recibió y nos dijo; hijos míos, tengo pocas cosas que deciros, habéis de tener el convencimiento de que el Señor los ha elegido, os ha llamado, no en una llamada genérica, sino más bien determinada, a este, a ese, a aquel, que me cumpláis las normas, no las retraséis nunca”, cuenta con emoción. A que se refería con las normas – sigue contando – “a que son algunas de las actividades que nosotros hacemos durante el día para estar conectados con Dios, como una oración a la mañana, la Santa Misa, rezar el Rosario, y otras actividades de ese tipo”.
Lo recuerda como una persona de muy buen humor, de mucho carisma, es por eso que su obra sigue tan presente. “Su obra lo vivimos fundamentalmente tratando de santificar el trabajo, que él nos enseñaba, cuidando los detalles pequeños, santificar a los demás a través del trabajo, queriendo y sirviendo (a los demás), acercarme al prójimo, a Dios, en mi caso personal, ya estoy hace muchos años en el colegio, primero como profesor de inglés, ahora como tutor, para mi es una gran responsabilidad (ser tutor) de los alumnos del 4 A, quiero, no solamente ayudarles en lo humano y académico, sino también en su vida espiritual”, finaliza.