Un sueño cumplido: el nuevo oratorio de Campoalto
Padre Víctor Urrestarazu
En Campoalto estamos viviendo días de especial alegría y gratitud. Después de más de quince años de espera —desde que se demolió el oratorio anterior— podemos decir que un sueño largamente acariciado se hace por fin realidad: estamos construyendo un nuevo oratorio.
Durante todo este tiempo hemos deseado volver a contar con un espacio privilegiado para celebrar la Santa Misa, para que Jesús vuelva a estar realmente presente en nuestro colegio, para tener de nuevo un lugar donde rezar, agradecer, pedir ayuda, pedir perdón y, sencillamente, estar con Él. Un espacio donde cada uno pueda encontrarse con Cristo en la Eucaristía, alimento del alma y centro de la vida cristiana.
El nuevo oratorio será también, como siempre lo fue, un punto de encuentro para toda la familia de Campoalto: padres, profesores, personal administrativo, alumnos, antiguos alumnos, nuevos alumnos, amigos y tantos otros que forman parte de esta gran comunidad. Aquí nos reuniremos para celebrar la fe, para compartir nuestras alegrías y preocupaciones, y para poner en manos de Dios nuestro trabajo y nuestra vida.
Ante un regalo tan grande, surge espontáneamente la pregunta del salmista:
“¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”
La respuesta nace del corazón: con nuestra vida entregada, con nuestro esfuerzo diario, con nuestra compañía y cariño hacia los demás… y también cuidando y aprovechando este nuevo lugar de oración y evangelización que hoy se nos confía.
Estos últimos meses, sin Jesús sacramentado en casa, todos lo hemos notado. Se le extraña. Por eso, abrir las puertas del oratorio es también abrir de nuevo las puertas del colegio al Señor, que quiere quedarse con nosotros.
Y qué mejor momento que este: en pleno Adviento, tiempo de esperanza y de espera. Nuestra oración se vuelve más sincera:
“¡Ven, Señor, ¡no tardes! Quédate con nosotros. Ven, Señor Jesús, por María”
Que este nuevo oratorio sea, para cada uno, un hogar donde Dios nos espera siempre.
Y que María, Madre nuestra, nos guíe para preparar el corazón y recibir al Señor que viene.






